"La poesía es como un relámpago"
José Jiménez Lozano.
Premio Cervantes 2.002

miércoles, 22 de junio de 2011

El Hombre de Mingubela

No me canso de ir de excursión.

El pasado domingo, 19 de junio, nos fuimos a Peña Mingubela.


¿Qué dónde está eso?


Pues como seguramente os pasa a la mayoría de vosotros, yo no tenía ni la menor idea. Una de las ventajas que tiene ir de excursión es eso; conocer sitios increíbles que, increíblemente, están a 30 minutos de donde vivimos.


Aprovecho esta oportunidad – como dice el chiste, el político o el banquero, que no tiene porqué ser la misma cosa – para poner el enlace de “La Llanura” donde se anunciaba esta excursión y salen las referencias de casi todas las anteriores http://la-llanura.blogspot.com/2011/06/paseo-pena-mingubela.html .


Peña Mingubela ha sido un descubrimiento, pero ir a Peña Mingubela de la “mano” de Carlos Tomás Rodríguez es, además, un verdadero lujo y placer.


Carlos no calla.


Bueno, habrá quien esto no lo considere exactamente un placer, pero con Carlos pasa algo “curioso”: Todo lo que dice es interesante. No sé si lo he puesto bien; lo repito por si acaso; “Todo lo que dice es interesante”.


 Carlos te habla, con conocimiento pleno, de la orografía de la sierra de Ávila, que se divisa en el horizonte. Pico por pico y valle por valle, de izquierda a derecha, los nombra todos. Nos habla de las plantas que vemos, de los árboles, los ecosistemas, lo climas, las flores – capítulo aparte merecían las flores de Peña Mingubela – de las que conoce el nombre y en que remoto, o cercano lugar, podemos verlas también.


Capítulo aparte merecen las flores de Peña Mingubela

Habla de la fauna – es del “equipo” de Luisjo, esto es, llama a los pájaros por su nombre y apellido -. Habla del corzo, de sus huellas que las ve mientras caminábamos y hace una parada para explicarnos que este corzo ha pasado andando y no corriendo debido a lo poco separadas que están las marcas de las pezuñas, habla del lobo, del jabalí, de la liebre, del conejo … todo dentro de su contexto y de su “momento”.



Nos habla del río Voltoya que transcurre por el valle cercano de Peña Mingubela, de las canalizaciones que se han hecho, con mayor o menor criterio. Habla de la energía “verde” de los molinos de viento que nos acompañan durante todo el paseo y de lo que no se ve de esta energía “verde”, que son las vías de evacuación de la misma, esos tendidos eléctricos que no solo afean el paisaje y que son un peligro para muchas aves, sino que además se duplican o triplican sin ningún criterio racional.



Energia "verde"

Y tras el camino de ida, llegamos a las pinturas rupestres de Peña Mingubela.



Pinturas rupestres de Peña Mingubela



El “ejército” de fotógrafos empezamos a disparar sin ningún miramiento. Es el ansia del fotógrafo que “mira” las cosas imaginándose ya la fotografía hecha.

A mí me pasa.


Y, en estas, apareció él. El hombre de Mingubela.



El Hombre de Mingubela

Tengo que confesar que lo vi por casualidad, aunque en mi defensa alegaré que para ver hay que mirar, y yo miro mucho.


Delgado, se le supone, barbilla pronunciada, boca marcada, ojo pequeño y expresión tristona. Seguro que lleva allí más años que las famosas pinturas. Como digo en el comentario de la foto que he subido a Flickr,  http://www.flickr.com/photos/adaja/5855889331/ “lleva miles de años esperándote a que vayas a verle”.

Tras reponer fuerzas – que no falte ese momento – la vuelta, con nuevas flores, que a la ida pasaron desapercibidas, nuevas fotos, de esas que “ya haré a la vuelta” y la haces, y nuevas conversaciones entre amigos.


Ejército de fotógrafos ...
Tras reponer fuerzas ...
 A casa.


No, esta vez había postre.


Carlos nos propone pasar por Bernuy – Salinero, “que nos pilla de camino a la vuelta” para ver el Dolmen, que luego resultó llamarse el Dolmen del Prado de las Cruces.


Es verdad, a muy pocos kilómetros de Ávila, se encuentra este cementerio megalítico datado entre el siglo IV y II antes de Cristo. Unos 3.000 años antes de Cristo más 2.000 años después de Cristo suman 5.000 años.


Que poca cosa parecemos al lado de 5.000 años.


Que poca cosa parecemos al lado de 5.000 años

Así son estas excursiones. Ver cosas increíbles, que increíblemente están a 30 minutos de casa, paseando con amigos.


Lo increíble es que no lleguemos al centenar…


El Hombre de Mingubela ha tenido visita. Ahora mismo lo está comentando con la familia de voladores que han anidado cerca de él.


Pdta. Estas y otras fotos de Peña Mingubela en mi álbum: http://www.flickr.com/photos/adaja/sets/72157627016777366/

2 comentarios:

  1. Bravo, Mario, leer las crónicas hace revivir lo ya vivído y regocijarse con ello....¡ qué buena descripción! solo faltan los olores.....

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  2. Genial Mario, el hombre de Mingubela seguro que agradecerá esta crónica otros 5.000 años. Si es que nuestros descendientes lo permiten.

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